jueves, 5 de febrero de 2009

Lección de vida.

En nueve meses de espera,
irrumpe el humano al mundo,
¡puro! como alma ligera,
¡diáfano! como cuando está moribundo.


Una vez parido un ser, emprende su transitar,
depende de la adultez, su bienestar al comenzar;
¿será bruto?; ¿tendrá ceguera?
son interrogantes, ¿que más?,
en la cabeza de las mamás:
¡son nueve meses de espera!

Sin haber visto una luz, el miedo es el número uno,
cabeza abajo ¡avestruz!, el peor como ninguno
de los sentimientos el más profundo,
no puede tu alma con él,
ese es el que hay que vencer,
¡cuando irrumpe el humano al mundo!

Instalamos en nuestros hijos, miedos y esperanzas,
en reglas ¡somos prolijos!, pero no permitimos mudanzas,
cuando nos pega la chochera
se nos pone el corazón
duro como un chicharrón
¡puro! como alma ligera.

Al llegar a la madurez, empiezas a controlar
las emociones que tal vez, hirieron tu yo personal.
te emocionas en un segundo,
habituado a reaccionar,
¡auténtico! como cuando quieres enseñar
¡diáfano! como cuando estás moribundo.

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